Cuando vemos por Tv. a la hora de comer los miles de hambrientos en un campamento de refugiados africanos, no nos conmovemos. En tiempos pensé que esa falta de indignación se daba, porque verlo tantas veces se había convertido en una vacuna. Hoy no lo pienso.
La falta de ética no se debe a la costumbre de no tenerla, se debe a la tremenda incertidumbre con la que vivimos. Cuanto mas inseguro vemos el presente, el futuro, mas complejo se hace actuar con criterio ético. Son todos esos temores que en la inmediatez de la decisión del momento, nos condiciona.
Cuanto le debo a Bauman por estas reflexiones. En la incertidumbre está la fuente del poder político actual, no en la democracia; el apoyo electoral es la obediencia debida en un paraíso de idiotas.
Nos preocupa tanto nuestra seguridad que somos incapaces de sentir la solidez de la conducta: aquella que nos mandata no hacer algo que no nos gustaría que otros hicieran. Tan simple como eso. Ahí está la fuente de poder de los mediocres que nos mandan, en nuestros miedos. Recuerdo esa campaña de Tv sobre alarmas, recomendada por algunos grandes comunicadores de RNE, que habla de la impotencia de no poder proteger nuestras casas. ¿Realmente es tan grave?
Ese mismo poder ha sido capaz de convencer al probo ciudadano de que sus tragedias –el paro, el enfermo crónico que debe pagar parte de su transporte sanitario, y no se que más…- son sus tragedias personales, no son problemas colectivos, que haya se la apañe cada cual.
Nos han convencido de que nos debe importar mas salir del paro que el indigno presidente que se pasa fines de semanas en Puerto Banús de gratís total, o el que se coloca con coca con la pasta de los parados, o los trajes, o los banqueros y sus millones.
Y los idiotas están perdiendo su paraíso, pues estamos perdiendo las certezas para defenderlo, en forma de seguridad social, servicios sociales, servicios administrativos.
Recuerdo un profe de filosofía que decía: qué mas da que la propiedad privada esté abolida en la URSS, en el fondo los que mandan hacen uso de ella a su antojo, que importa lo que ponga en un papel. Eso pasa hoy, es su pasta, la usan como si no tuvieran que dar razones de ello a nadie.
Tenemos un sentido de la fragilidad que no nos permite alzar la voz contra tanto desatino. No hay dinero, todo está bajo amenaza. Crean desconfianza para robarnos la ética, la valentía para decir alto y fuerte que así no.
No vamos a recuperar ese equilibrio entre confianza en nosotros –nuestros semejantes y nosotros- y la seguridad, pero es prioritario recuperar la certidumbre en vivir con corrección ética. Eso hará que nuestra sociedad sea mas fuerte, mas sólida, menos narcotizada por el deseo de ser “consumidores solventes”.
Si nos aprietan mucho…. con no pagar las deudas. Nosotros tenemos más derecho a esos dineros que los acreedores y sus malditas pólizas y ratios.
La falta de ética no se debe a la costumbre de no tenerla, se debe a la tremenda incertidumbre con la que vivimos. Cuanto mas inseguro vemos el presente, el futuro, mas complejo se hace actuar con criterio ético. Son todos esos temores que en la inmediatez de la decisión del momento, nos condiciona.
Cuanto le debo a Bauman por estas reflexiones. En la incertidumbre está la fuente del poder político actual, no en la democracia; el apoyo electoral es la obediencia debida en un paraíso de idiotas.
Nos preocupa tanto nuestra seguridad que somos incapaces de sentir la solidez de la conducta: aquella que nos mandata no hacer algo que no nos gustaría que otros hicieran. Tan simple como eso. Ahí está la fuente de poder de los mediocres que nos mandan, en nuestros miedos. Recuerdo esa campaña de Tv sobre alarmas, recomendada por algunos grandes comunicadores de RNE, que habla de la impotencia de no poder proteger nuestras casas. ¿Realmente es tan grave?
Ese mismo poder ha sido capaz de convencer al probo ciudadano de que sus tragedias –el paro, el enfermo crónico que debe pagar parte de su transporte sanitario, y no se que más…- son sus tragedias personales, no son problemas colectivos, que haya se la apañe cada cual.
Nos han convencido de que nos debe importar mas salir del paro que el indigno presidente que se pasa fines de semanas en Puerto Banús de gratís total, o el que se coloca con coca con la pasta de los parados, o los trajes, o los banqueros y sus millones.
Y los idiotas están perdiendo su paraíso, pues estamos perdiendo las certezas para defenderlo, en forma de seguridad social, servicios sociales, servicios administrativos.
Recuerdo un profe de filosofía que decía: qué mas da que la propiedad privada esté abolida en la URSS, en el fondo los que mandan hacen uso de ella a su antojo, que importa lo que ponga en un papel. Eso pasa hoy, es su pasta, la usan como si no tuvieran que dar razones de ello a nadie.
Tenemos un sentido de la fragilidad que no nos permite alzar la voz contra tanto desatino. No hay dinero, todo está bajo amenaza. Crean desconfianza para robarnos la ética, la valentía para decir alto y fuerte que así no.
No vamos a recuperar ese equilibrio entre confianza en nosotros –nuestros semejantes y nosotros- y la seguridad, pero es prioritario recuperar la certidumbre en vivir con corrección ética. Eso hará que nuestra sociedad sea mas fuerte, mas sólida, menos narcotizada por el deseo de ser “consumidores solventes”.
Si nos aprietan mucho…. con no pagar las deudas. Nosotros tenemos más derecho a esos dineros que los acreedores y sus malditas pólizas y ratios.